Licencia Creative Commons

Saturday, May 27, 2006

LO QUE DE VERDAD ESTA EN JUEGO EN LA POLITICA LEGISLATIVA SOBRE LA INFORMACION (I)





















A menudo observamos que los vicios y tonterías de los poderosos son mucho menos despreciados que la pobreza y fragilidad de los inocentes (Adam Smith)

Yochai Benkler ha escrito un libro titulado "La riqueza de las redes" y subtitulado "Cómo la producción social transforma los mercados y la libertad".Se trata de un libro sustentado sobre tres pilares, la producción e intercambio de información digital en red, y los mercados y la libertad, en la medida en que afectan y han sido afectados por dicha información.No es ningún libro utópico, pero tampoco es un libro condescendiente con los vicios y tonterías de los poderosos.Sobre todo es un libro que llama la atención sobre la necesidad que los "inocentes" tienen de la información para poder aplicar y desarrollar sus cualidades humanas, y sobre cómo la están ya produciendo y utilizando en formas nuevas que transforman los mercados y las esferas públicas.
Si alguien quiere de verdad entender lo que está en juego en las políticas legislativas sobre la información tiene que leer este libro.
Hemos traducido el último capítulo del mismo, el 12.Que es una conclusión recapitulativa sobre "Lo que de verdad está en juego en las políticas legislativas sobre la información".
Esta es nuestra traducción:
"Las complejas sociedades modernas se han desarrollado en el contexto de las de medios de comunicación de masas y de una economía informativa típicamente industrial. Nuestras teorías del crecimiento y la innovación asumen que los modelos industriales de innovación son los dominantes. Nuestras teorías acerca de cómo se logra la eficiencia en las comunicaciones se basan en la asignación de mercado, y en los modelos de propiedad, con un centro de difusión/comercialización profesionalizado y una periferia comparativamente pasiva.

Nuestras concepciones de la agencia, de la deliberación colectiva y de la cultura común se insertan en las conductas, experiencia y en prácticas de producción de información y cultura intensivas en capital, que enfatizan los modelos de propiedad basados en el mercado y que separan abruptamente la producción del consumo. Nuestros diseños institucionales reflejan estos modelos conceptuales de producción e intercambio de la información y han llegado, en el pasado reciente, para llevar a la práctica estas concepciones incluso cuando no resultan necesarios.

Este libro comienza con cuatro observaciones económicas. La primera, que la concepción subyacente acerca de que las estrategias basadas en la propiedad son dominantes en el sistema de producción de la información está sobrevalorada. El sistema educativo, desde la escuela de infancia a los cursos de doctorado está perfundido por motivaciones no basadas en la propiedad, por relaciones sociales y formas organizacionales. Las artes y las ciencias están repletas de voluntarios y acciones orientadas primariamente por motivaciones psico-sociológicas más que por la apropiación típica del mercado. Los discursos políticos y religiosos están basados en formas y organizaciones que no son de mercado,y lo que es más sorprendente, incluso la investigación y el desarrollo industrial, aunque orientado al mercado, no está basado en la mayoría de las industrias en pretensiones de exclusión basadas en la propiedad, sino en la mejora de la eficiencia y en las relaciones con los clientes que puede n ser utilizadas y que promueven la innovación, sin necesidad de estrategias de apropiación basadas en la propiedad exclusiva. A pesar de la continuada importancia práctica de la producción de información no convertida en mercancía, la alteración conceptual necesaria para reconocer su importancia resulta contraria al núcleo de la tesis dominante de que la propiedad y los mercados son las raíces de todo crecimiento y productividad. En parte como resultado del conflicto ideológico con el comunismo, y en parte como resultado de la elegancia teórica de un modelo simple y manejable, los políticos y sus asesores tienden a creer, hacia el fin del siglo XX, que la propiedad en la información y en la innovación es como la propiedad de relojes y automóviles.

Cuanto más claramente se define y preserve y cuanto más se acerca a derechos totalmente exclusivos, más producción se alcanzará. El creciente dominio de este modelo conceptual, se combina con la actividad de lobby de los productores industriales de información para conseguir una rápida inclinación de la ecología institucional de la innovación y de la producción de información a favor de los modelos basados en la propiedad exclusiva.

El sistema americano de patentes fue reforzado en los años 80 de forma que amplió el alcance y la profundidad de la exclusividad.El sistema de copyright se expandió masivamente en los años 70 y de nuevo al final de los años 90. El derecho de marca se expandió masivamente en los años 90- Otros derechos asociados fueron creados y reforzados a lo largo de estos años.

La segunda observación económica es que estas expansiones de los derechos funcionan, en la práctica, como un gravamen en contra de los modelos de producción no basados en la propiedad exclusiva y a favor de los modelos de producción basados en la propiedad exclusiva. Hace más caro el acceso de todos a la información y mejora solo la apropiabilidad por algunos. La introducción de las patentes de software, por ejemplo, puede ayudar a alguna de las participantes en el tercio de la industria del software que depende de ventas de paquetes finales de software. Pero claramente incrementa los costes, sin incrementar los beneficios, de los dos tercios de la industria del software que se basa en los servicios y no en los paquetes finales.

Como cuestión práctica, los incrementos sustanciales en el alcance y profundidad de los derechos exclusivos han afectado de forma adversa las condiciones de los productores no-propietarios.

Las universidades han comenzado a buscar patentes y a pagar royalties, dificultando la información compartida típica de su práctica pasada. Los negocios que no descansan actualmente en patentes se han visto obligados a coleccionar grandes cantidades de patentes con un gran coste, simplemente para protegerse contra la amenaza de otros que pueden tratar de aislarlas. Documentos antiguos, como Eyes on the Prize, han permanecido no divulgados durante años por el coste y la complejidad de acreditar los derechos de cada objeto sujeto a una marca de derecho y que hubiera podido ser registrado por la cámara.

Los nuevos documentales requieren sustancialmente más financiación que la que en otro caso sería necesaria simplemente por los costes asociados a la acreditación de los derechos recientemente expandidos.

La tercera observación económica es que las tecnologías de procesamiento, almacenamiento y transmisión de la información han hecho los modelos no propietarios más atractivos y eficientes que nunca. Los onmipresentes procesadores de bajo coste, los medios de almacenamiento y la conectividad en red han hecho posible que los individuos, solos o en cooperación otros, creen e intercambien información, conocimiento y cultura con arreglo a patrones de reciprocidad social, redistribución y comunicación, más que producción basada en la propiedad y orientada al mercado. Las necesidades básicas de capital para la producción de información están ahora en las manos de millones de personas alrededor del globo e interconectadas. Estas condiciones materiales han proporcionado a los individuos una nueva libertad de acción.

Si una persona o grupo desea comenzar un proyecto de producción de información por cualquier motivo, dicho grupo o persona no necesita obtener una excesiva financiación por adquirir el capital necesario. En el pasado, la necesidad de obtener financiación limitó a los productores de información a un modelo de mercado que sustentara la inversión, o a la obtención de financiación gubernamental; los requisitos de financiación, a su vez, subordinaron a los productores bien a las demandas del mercado, y a un atractivo masivo, o bien a las agendas de las burocracias estatales. El entorno de la información en red ha permitido la emergencia pujante del sector no de mercado, no orientado por el beneficio, y más radicalmente, de los individuos.

La cuarta y última observación económica describe y analiza el auge de la producción entre iguales (“peer production”). Este conglomerado de fenómenos, que abarca desde el software libre y abierto hasta wikipedia y seti@home, presenta un tremendo desafío al pensamiento convencional sobre la economía de la producción de información: de hecho, desafía el entendimiento económico de los roles relativos de la producción de información orientada y no orientada al mercado. Es importante ver estos fenómenos no como excepciones, casualidades o sucesos efímeros, sino como indicadores de un hecho fundamental acerca de los modos de transacción y de su relación con las condiciones tecnológicas de producción. Es un error pensar que sólo tenemos dos modos de transacción libres, los mercados basados en la propiedad y las empresas jerárquicamente organizadas. Tenemos tres, y el tercero es la difusión e intercambio social. Se trata de un fenómeno muy difundido que practicamos a diario con nuestra familia, compañeros de trabajo y vecinos. Coproducimos e intercambiamos bienes económicos y servicios de este modo. Pero no los registramos en la estadística económica. Y lo que es peor, no los tenemos en cuenta en nuestro diseño institucional. Sugiero que la razón por la cual la producción social fue relegada a la periferia de las economías avanzadas es que el núcleo de las actividades económicas del acero y el carbón requirió masivas inversiones de capital. Ello hizo a los mercados y empresas, públicas o privadas, dominantes. Tan pronto como emergió la primera etapa de la economía de la información, la información y la creatividad humana, cada una un “bien” con características económicas fundamentalmente diferentes del acero o el carbón, se convirtieron en importantes “inputs”. La organización de la producción, sin embargo, siguió el modelo industrial, porque la producción y el intercambio de producción todavía requerían altos costes de capital, la imprenta mecánica, la estación de radio o televisión, o más tarde los grandes ordenadores IBM. El estadio actual de la economía de información en red emergió cuando la barrera impuesta por los altos costes de capital fue removida. El coste de capital total para la producción y comunicación no declinó necesariamente.La inversión en capital, sin embargo, se distribuyó ampliamente en pequeñas dosis, propiedad de los individuos conectados en red. Llegamos así a un estadio en el que el núcleo de las actividades económicas más avanzadas –la producción y procesamiento de información-, podría alcanzarse reuniendo el capital físico de propiedad de amplios y dispersos individuos y grupos. Quienes han adquirido dicho capital para uso personal, doméstico o de una pequeña empresa. Entonces, la creatividad humana y la información disponible han llegado a ser los principales “inputs” restantes. Algo nuevo y radicalmente distinto empezó a suceder. La gente empezó a aplicar la conducta que antes practicaban en sus salones o en el ascensor –“Aquí lo tienes, deja que te eche una mano”, o ¿qué piensas de la alocución de anoche?- a problemas de producción que, a lo largo del siglo XX, habían sido solucionadas siguiendo el modelo de Ford y General Motors. El auge de la producción entre iguales no es ningún misterio ni algo transitorio cuando se examina de esta manera. Es tan racional y eficiente dadas las condiciones materiales y objetivas de la producción de información a finales del siglo XX, como lo fue la cadena de montaje para las condiciones existentes a principios del siglo XX.

La reunión de creatividad humana y de computación, comunicación y almacenamiento hace posible que las motivaciones y relaciones no de mercado jueguen un papel mucho más importante en la producción del entorno de información que el que han jugado durante décadas, quizás durante los últimos ciento cincuenta años.

Un cambio genuino, por tanto, en la forma en que producimos el entorno informativo que ocupamos como agentes individuales, como ciudadanos, criaturas culturales y seres sociales y que alcanza el núcleo de nuestros compromisos liberales básicos. La información y la comunicación son elementos esenciales de la autonomía individual y del discurso y proceso de decisión públicos.La comunicación es una unidad básica de la existencia social. La cultura y el conocimiento, ampliamente entendidos, forman el marco básico de referencia por medio del cual nos comprendemos y comprendemos a otros. Para cualquier teoría político liberal –cualquier teoría que empieza con los individuos y con su libertad de ser, en relación con otros, los autores de su vidas- las cuestiones básicas de cómo los individuos y comunidades conocen y evalúan son el centro del proyecto de caracterización del valor normativo de los sistemas institucionales, sociales y políticos. Independientemente, en el contexto de la economía basada en la información y en la innovación, los componentes básicos del desarrollo humano también dependen de cómo producimos la información e innovación, y de cómo diseminemos sus productos. La emergencia de un papel sustancial para la producción no basada en la propiedad ofrece estrategias para mejorar el desarrollo humano en todas partes. La productividad en la economía de la información puede sostenerse sin las clases de exclusividad que han hecho difícil que el conocimiento, la información y sus producciones beneficiosas se difundan más allá de los círculos de las naciones y grupos sociales más ricos.

Podemos ofrecer una detallada y específica explicación de por qué la emergencia de un papel más significativo para la producción no orientada al mercado ni basada en la propiedad puede ofrecer mejoras en el ámbito tanto de la libertad como de la justicia, sin sacrificar -antes el contrario, mejorando- la productividad.

Desde la perspectiva de la autonomía individual, la emergencia de la economía de la información en red ofrece una serie de mejoras identificables en la forma en que percibimos el mundo, la medida en que podemos afectar nuestras percepciones de él, el rango de acciones que permanecen abiertas a nuestra influencia y sus posibles resultados, así como también el de las empresas en colaboración que podemos emprender para perseguir nuestros objetivos. Nos permite hacerlo por y para nosotros mismos. Nos permite formas asociaciones flexibles con otros que comparen un objetivo común con nosotros, permitiéndonos proporcionar y explorar muchas más rutas de aprendizaje y comunicación que las que podríamos alcanzar en solitario o en asociación solo con otros que comparten vínculos fuertes a largo plazo. Al crear fuentes de información y plataformas de comunicaciones que nadie posee o controla con exclusividad, la economía de la información en red remueve alguna de las oportunidades básicas para la manipulación, de aquellos que dependen de la información y comunicación, por los propietarios de los medios de comunicación y los productores de las formas culturales predominantes.

No elimina la posibilidad de que cualquier persona instrumentalice a otras. Pero remueve las limitaciones estructurales que hacían del todo imposible comunicarse sin ser el sujeto pasivo de una acción de comunicación iniciada por otros.

Desde la perspectiva del discurso democrático y de una república participativa, la economía de información en red ofrece una genuina reorganización de la esfera pública.

Con la excepción de los inicios históricos de un número muy pequeño de las democracias actuales, las democracias modernas se han desarrollado en el contexto de los medios de comunicación de masas, como núcleo de sus esperas públicas. Una amplia y sistemática literatura ha explorado las limitaciones básicas de los medios de comunicación de masas privadas como núcleo de la esfera pública, y también sus ventajas. La emergencia de una esfera pública en red esta atenuando, o incluso solucionando, los principales procesos de la esfera pública dependiente de los medios de comunicación de masas. Reduce el poder de los propietarios de los medios de comunicación de masas y de aquellos que pueden adquirirlos. Proporciona una plataforma para una comunicación sustancialmente más diversificada y políticamente orientada que la que era posible con los medios privados de una comunicación de masas con un pequeño número de hablantes y un número masivo de receptores pasivos. Pueden ser conocidos los puntos de vista de muchos más individuos y comunidades. Y lo más interesantes, quizás, es que el fenómeno de producción entre iguales se está abriendo paso en la esfera pública.

Está permitiendo a individuos difusamente alineados cumplir algunas de las funciones básicas y centrales de los medios de comunicación de masas.

Estamos viendo el surgimiento de un periodismo distribuido investigador y no orientado al mercado, así como el de los comentarios críticos y las plataformas para la movilización y organización política. Estamos viendo el surgimiento de la filtración y acreditación en red de la información, que permite a los individuos comprometidos con el discurso público ser su propia fuente y decidir en quien confiar y qué palabras cuestionar.

Una crítica común a las pretensiones de que Internet mejora la democracia y la autonomía se centra en el exceso y fragmentación informativa que comporta. Lo que hemos visto en el entorno en red es una combinación de esfuerzos de producción entre iguales y las propiedades emergentes de un número creciente de sistemas de seres humanos que han evitado este infeliz destino. Hemos visto la adopción de prácticas que han creado un entorno informativo accesible y coherente sin recrear el modelo de los medios masivos. Se trata de proyectos no orientados al mercado para la producción de filtros y acreditación de la información, que abarcan desde el Open Directory Project a listas de correos de personas con las mismas opiniones, como MoveOn.Org. Hay una práctica cultural extendida del direccionamiento y enlace recíprocos; una cultura de “Aquí, míralo por ti mismo, pienso que ésto es interesante”. El modelo básico de observar lo que los otros juzgan interesante y valioso, junto con el ejercicio del propio juicio acerca de quién comparte nuestros propios intereses y quién tiene juicios acertados ha creado un patrón de enlace y uso de la web y de Internet que es sustancialmente más ordenado que una cacofonía producto de la “libertad para cualquiera”, y menos jerárquicamente organizado y controlado por unos pocos que el entorno de los medios de comunicación masiva. Desde la libertad de participar en la creación de nuestro propio entorno informativo, ni hemos hallado una Babel ni hemos replicado las jerarquías de las esferas públicas organizadas entorno a los medios de comunicación que pretendían evitar la babelización."
Traducción de Guillermo Ruiz
Este trabajo de traducción está sujeto en cuanto a su utilización a la licencia "creative commons".Está permitido su uso para fines no comerciales, con la condición de atribución a su autor.Los términos de la licencia pueden consultarse en http://creativecommons.org/licenses/by-nc-sa/1.0/
La versión inglesa del Capítulo 12, disponible bajo licencia "creative commons" está disponible aquí http://:www.benkler.org/Benkler_Wealth_Of_Networks_Chapter_12.pdf

No comments: