La razón para preocuparnos es esta. El modo más sencillo de reducir las
emisiones de aquí a 2030 es convertir las centrales de energía a carbón en
centrales a gas. Las primeras emiten unos 1000 gramos de CO2
por kilowatt-hora; las segundas, alrededor de la mitad. Durante los próximos 15
años, no sería difícil construir nuevas centrales a gas para reemplazar las
centrales a carbón. Otro resultado fácil de obtener es conseguir grandes
mejoras en la eficiencia energética de los motores de combustión interna de los
automóviles, de modo de pasar, por decir algo, de 35 millas por galón en
Estados Unidos (15
kilómetros por litro) a 55 millas por galón (23 kilómetros por
litro) antes de 2025.
El problema es que con
centrales a gas y vehículos con motor de combustión interna más eficientes no
se llega a eliminar totalmente las emisiones de aquí a 2070. Necesitamos llegar
a más o menos 50 gramos
(no 500) por kilowatt-hora en 2050. Necesitamos vehículos sin ninguna emisión,
no vehículos a gas más eficientes, sobre todo porque es probable que la
cantidad de vehículos en todo el mundo se duplique a mediados de siglo.
Para lograr la
descarbonización profunda no necesitamos gas natural y vehículos más
eficientes, sino centrales productoras de electricidad totalmente no
contaminantes y vehículos eléctricos cuyas baterías se carguen en la red de
distribución de esas centrales. Esta transformación más profunda, a diferencia
de los resultados inmediatos en los que piensan hoy muchos políticos, es el
único camino hacia la seguridad climática (es decir, no superar el límite de 2 ºC). Por el camino de la
conversión de carbón a gas y los vehículos a gas más eficientes corremos el
riesgo de meternos en una trampa de alta emisión de dióxido de carbono.
image:
http://www.project-syndicate.org/flowli/image/sachs255graph/original/english
La figura anterior muestra el dilema.
El camino de los resultados inmediatos (en rojo) logra una reducción abrupta de
aquí a 2030, y es probable que lo haga con menos costo que el camino de
descarbonización profunda (en verde), porque la conversión a electricidad no
contaminante (por ejemplo, energía solar y eólica) y al uso de vehículos
eléctricos puede costar más que hacer un arreglo simple con nuestras
tecnologías actuales. El problema es que el camino de los resultados inmediatos
implica menos reducciones después de 2030: es un callejón sin salida. Solamente
el camino de la descarbonización profunda llevará la economía al nivel de
descarbonización necesario en 2050 y a la eliminación total de las emisiones
netas en 2070.
La solución de corto plazo es
muy atractiva, especialmente para los políticos, que están atentos al ciclo
electoral. Pero es un espejismo. Para que las autoridades comprendan lo que
realmente está en juego en la descarbonización y lo que deben hacer hoy para no
caer en la trampa de las soluciones fáciles, es necesario que todos los
gobiernos formulen compromisos y planes que abarquen no solamente de aquí a
2030 sino, por lo menos, hasta 2050. Este es el mensaje central del Proyecto Caminos para
una Descarbonización Profunda (DDPP), que movilizó a equipos de
investigación en 16 de los países más contaminantes para preparar planes de
descontaminación de aquí a mediados de siglo.
El DDPP muestra que la
descarbonización profunda es técnicamente factible y asequible, e identificó
caminos para seguir de aquí a 2050 que eluden las trampas y tentaciones de los
resultados inmediatos y ponen a las principales economías en una senda hacia
alcanzar la descarbonización total más o menos en 2070. Todos ellos se apoyan
en tres pilares: grandes avances en eficiencia energética, mediante el uso de
materiales y sistemas inteligentes (basados en información); electricidad
totalmente no contaminante, a partir de las mejores opciones con que cuente
cada país (eólica, solar, geotérmica, hídrica, nuclear y con captura y
almacenamiento de carbono); y reemplazo de los motores de combustión interna
por vehículos eléctricos, en conjunto con otros pasos hacia la electrificación
o el uso de biocombustibles avanzados.
Traducción: Esteban Flamini