Como transitorio punto final a los comentarios previos sobre la situación planteada por las reformas estatutarias en curso, reproducimos estos certeros comentarios que José María Ruiz Soroa publicó en EL PAIS del 23 de Febrero pasado con el Título "¿Un austracismo moderno?":
"Sé bien que muchos pretenden presentar el Estatut como un paso hacia un modelo federal (o federalizante).Me temo que se trata sólo del voluntarismo de cierta izquierda dispuesta a hacer de la necesidad virtud y, por ello, a adornar la realidad con un velo piadoso: piadoso no tanto por lo de federal (el sistema autonómico siempre ha sido federal en sus contenidos) cuanto por lo de modelo.Un modelo es un esquema intelectual reductor de la complejidad de la realidad estudiada que permite comprenderla (función epistemológica) y manipularla (aspecto práctico).Pues bien, en la organización territorial española no existe ese tipo ideal , ni explicativo ni orientador.
Se ignora el hecho de que todo sistema descentralizado tiene su punto de equilibrio, aquel en que el centro es capaz de cumplir eficientemente su papel esencial de reductor de las complejidades y asimetrías.Superado ese punto por un incremento exponencial de la complejidad, el sistema funcionaría mejor suprimiendo el centro mismo (o al revés, con una recentralización), pues el coste de mantener la unidad del sistema es superior al beneficio que deriva de su existencia.Hay razones poderosas para sospechar que en España estamos cerca (¿más allá?) de este punto y que la complejidad es excesiva”.
Por cierto, que el autor se muestra más "comprensivo" con las autonomías en las que el sistema de partidos coincide con el del conjunto de España.Los líderes autonómicos, sin embargo, hace tiempo que dan muestras sobradas de que su principal interés es aumentar su cuota de poder.No obstante, el autor señala que en estos años se ha “generado un patrimonio institucional y burocrático que garantiza a sus élites políticas unos nichos de actividad muy rentable”.Nadie, en las élites políticas, parece prestar atención a este preocupante fenómeno.
Por cierto, que el autor se muestra más "comprensivo" con las autonomías en las que el sistema de partidos coincide con el del conjunto de España.Los líderes autonómicos, sin embargo, hace tiempo que dan muestras sobradas de que su principal interés es aumentar su cuota de poder.No obstante, el autor señala que en estos años se ha “generado un patrimonio institucional y burocrático que garantiza a sus élites políticas unos nichos de actividad muy rentable”.Nadie, en las élites políticas, parece prestar atención a este preocupante fenómeno.
“una vaga añoranza de una concreta experiencia histórica, la de la España horizontal o austracista.Es decir, aquella unión en un vértice monárquico común de una serie de reinos y provincias dispares, cada uno con su identidad e instituciones propias, que existió con los Austrias en el siglo XVII.Ahora bien el riesgo de añorar eses pasado no radica tanto en su calidad intrínseca cuanto en las dificultades de implementar un esquema premoderno en una sociedad que ha cambiado mucho desde entonces (...)
Como descubrió el conde duque de Olivares cuando los Austrias se peleaban con media Europa, la organización austracista no era precisamente un ejemplo de eficiencia ni de equidad distributiva de las cargas entre los reinos.
Esperemos que no tengamos que llegar también nosotros a la misma conclusión dentro de pocos años, cuando el exterior nos plantee inaplazables desafíos”
Sólo añadir que no tenemos años, que los desafíos están ya aquí y que no se van a marchar.Habría que empezar por reconocer la crisis, evaluarla y actuar sobre ella.Antes de que sea tarde para ello. Como es una cuestión "constitucional", los partidos no deberían tener ningún monopolio o veto sobre ella.
Sólo añadir que no tenemos años, que los desafíos están ya aquí y que no se van a marchar.Habría que empezar por reconocer la crisis, evaluarla y actuar sobre ella.Antes de que sea tarde para ello. Como es una cuestión "constitucional", los partidos no deberían tener ningún monopolio o veto sobre ella.