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Sunday, November 16, 2014

LA ACTUAL CRISIS DE LA DEMOCRACIA CONSTITUCIONAL



“La crisis económica está, pues, desembocando en una crisis política, social, humanitaria y ecológica que mina en sus raíces todos los presupuestos de la democracia. Los principales efectos de las emergencias que acaban de ilustrarse son  las violaciones de todos los derechos de miles de millones de seres humanos y un crecimiento exponencial de las desigualdades-entre las personas dentro de cada país, y entre las economías de los distintos países-y por eso la erosión de las bases sociales de la democracia y de la paz, formadas, en última instancia, por la igualdad en los derechos fundamentales.

De aquí, inevitablemente, el creciente descrédito de la política, vista en el mejor de los casos como impotente y parasitaria y, en el peor, como antisocial y servil a los intereses destructivos de los más fuertes. En efecto, la política moderna, a partir de Hobbes, se legitima como expresión y protección de los seres humanos de carne y hueso. Está legitimada socialmente, en su dimensión sustancial y de reflejo en la política, y es representativa, por su capacidad de resolver los problemas: de actuar los principios constitucionales, de garantizar los derechos y por encima de todo la vida, de redistribuir la riqueza a través de las prestaciones y servicios, de limitar y disciplinar los poderes, de otro modo salvajes, de la economía. Resulta en cambio desacreditada y deslegitimada  cuando invierte este papel; cuando no solo no limita ni disciplina los poderes privados de los más fuertes, sino que se subordina ellos como un instrumento; cuando desmantela el estado social, favoreciendo a los más ricos y penalizando a los más pobres, y no reduce, sino que dilata, las desigualdades; cuando dispensa sacrificios en lugar de bienes y servicios, subvirtiendo el significado de nobles palabras como “reformas” y “reformismo”: ya no reformas sociales a favor de los más débiles, sino contrarreformas antisociales en su perjuicio. Es lo que hoy está sucediendo, ciertamente en Italia, en simultaneidad con la formación de una clase política pletórica, separada de la sociedad como casta privilegiada, irresponsable y en gran medida incompetente y corrupta.

Esta crisis de la política- de su papel, su capacidad de gobierno y, por eso, de su legitimación- es la causa primera de todas las crisis y de las derivas hasta aquí examinadas. La creciente inadecuación del derecho como instrumento de regulación de los poderes, tanto públicos como privados, y de garantía de la igualdad y de los derechos fundamentales de las personas, es una consecuencia de la crisis de la política. La actual crisis de la democracia en todas sus formas y dimensiones consiste en la impotencia de la política frente a los desafíos globales, y en su omnipotencia en relación con los sujetos más débiles. Por eso, el verdadero, difícil problema, es el resurgimiento y refundación de la política, convertido en grave y urgente por el hecho de que su crisis, de no detenerse, generará en el plano social-junto a  las tristes pasiones de los odios, los egoísmos, la resignación, la indiferencia, los miedos y las angustias- el veneno destructivo del sentido cívico y del espíritu público, de la antipolítica. Que es siempre el caldo de cultivo de todos los populismos y de todas las regresiones autoritarias”

(Luigi Ferrajoli, La democracia a través de los derechos, páginas 169-170)

En el ámbito europeo, la crisis alcanza su más reciente expresión en el “colapso” de la política a nivel nacional -sobre todo en los países del sur- y, en consecuencia, en la pérdida de sentido político –y jurídico- de la Unión Europea en los distintos Estados miembros.

Quien desprecie o descarte el enfoque de los “derechos” como exigencia demasiado elevada e incompatible con el realismo político deberá precisar cuál es entonces el alcance y sentido de los mismos en las constituciones nacionales y en la Carta de los Derechos Fundamentales de la Unión Europea.

También deberá hacerse cargo de un resultado acertadamente señalado por Zizek en relación con el “racionamiento” de los derechos: “los países, con un par de excepciones (…) en los que el partido comunista sigue en el poder, como Vietnam y China, son naciones con el sistema capitalista más salvaje. Los ex comunistas son los mejores gestores del capitalismo más salvaje y destructivo”.